segunda-feira, 24 de outubro de 2016

Hablan las perdedoras del Miss Venezuela 2016

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20/10/2016 
 
 
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TEXTO: IVÁN ZAMBRANO | FOTOGRAFÍAS: ALEJANDRO CREMADES
 
Pasarela, oratoria, protocolo, les enseñan de todo, menos a perder. Seis de las candidatas que participaron en la reciente edición del concurso de belleza más importante del país explican cómo se vive “una noche tan linda” cuando la gloria se la lleva otra. ¿Lo más difícil? El guayabo que viene cuando piensan en los meses de trabajo y todo el dinero invertido para cumplir un sueño en un país cuya crisis tampoco las perdona por ser semidiosasFingir la sonrisa, contener el llanto. Las luces del estudio se resbalan en sus ojos vidriosos. Hay pronóstico de lluvia, la primera lágrima se asoma. De los 10 nombres que mencionaron, ninguno es el suyo. Los labios le tiemblan, los dientes están tensos, y sobre su cuerpo se posan millones de ojos que se percatan de la frustración de una joven a la que se le rompió un sueño en televisión nacional.
Su naufragio queda en segundo plano. En la toma solo hay espacio para la alegría de las cinco que integran el cuadro final del Miss Venezuela. El maquillaje es a prueba de agua, pero no a prueba de tristeza. Aún no mandan a comerciales, traga saliva con el nudo en la garganta. “Vamos a un corte y ya volvemos”. La cámara se apaga y la lágrima se suicida. Una, dos, tres, cuatro gotas de lamento líquido se lanzan sobre sus mejillas y mueren a los segundos al borde de su quijada.
Viene un chichón en el ego. La reina sin corona empieza a sacar la cuenta de todo el dinero que gastó y el tiempo que invirtió en tratar de demostrar que puede con el peso de ser Miss Venezuela: una corona de kilo y medio diseñada por George Wittels.
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Sarah Dávila, Miss Cojedes

“Tal vez lo mejor fue no haber ganado” miss-sarah-3
“Frustración, tristeza, apatía”. Es lo primero que le viene a la mente de Sarah Dávila cuando recuerda esa noche tan linda en la que la luna no le sonrió. “Para nadie es un secreto que te pone triste el hecho de que no entres ni en el cuadro de las 10 finalistas.Yo me bajé de la tarima y me puse a llorar descontroladamente”.
El diseñador Luis Perdomo la auxilió mientras se desahogaba en el baño. El show no había terminado. La Miss Cojedes debía volver a escena. “Cuando van a escoger a las cinco finalistas, nos montan de nuevo a todas en tarima. Ya estaba más tranquila en ese momento. No es fácil pensar en esos tres meses de preparación, de trabajo y de entrega. Cuando pierdes tiene tantas emociones enfrentadas”.
Era la tercera vez que la estudiante de Ciencias Políticas intentaba entrar al certamen. “No fui a la fiesta después. Me sentía como una perdedora y me fui a mi casa. Me desperté como a las 5 de la mañana y me puse a llorar otra vez. Entrar al Miss Venezuela era mi meta, y cuando se acabó no tenía un norte planificado. Por fortuna, esa misma mañana empezaron a llegar propuestas y pensé que tal vez lo mejor fue no haber ganado”.
Se gozó el concurso lo más que pudo. “Antes de salir al escenario me comí una hamburguesa. Uno de los maquilladores me hizo el favor de comprarla, no iba a engordar a última hora. No me quise estresar, aunque cuando iba a salir al desfile en traje de baño yo me puse una flor en el cabello y la chica que me seguía, Delta Amacuro, también se le había ocurrido hacerlo. Yo no me molesté, salí y me disfruté mi pasarela”.
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Fuera de cámaras, la aspirante pasó tragos amargos con los comentarios de los seguidores del concurso. “El venezolano es muy duro con las reinas de belleza. Tengo un hermano que tiene microcefalia y en las redes le decían que era un monstruo. Desde ese momento le pedí a la Organización Miss Venezuela poder hablar de la condición de mi hermano en cada oportunidad que pudiera. No es posible esa discriminación en pleno siglo XXI”.
No se encierra en una burbuja para hacerle ascos a su realidad. “La Miss padece la decadencia que estamos viviendo como país. La condición de mi hermano es tan delicada que le tenemos que pedir los medicamentos a gente que viaje constantemente porque acá no se consigue. Apenas está controlando esfínteres, así que hasta hace poco usaba pañales”. Mientras sortea la pena familiar, Sarah buscará cumplir su sueño de ser animadora sin volver a recurrir al Miss Venezuela. “No volvería a participar. Es tan intenso que es mejor verlo como una experiencia se vive una sola vez en la vida”.
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Betania Rojas, Miss Táchira

“Todas odiamos ver la cadena presidencial, era nuestra noche”
La pana del grupo: Betania Rojas. A casa se llevó las bandas de Miss Personalidad y Miss Amistad, además de las ganas de quedarse con la corona. “Recuerdo los nervios, la ansiedad. Cuando no entré en el grupo de 10 finalistas me sentí decepcionada. Me preguntaba ¿qué no les gustó? ¿Qué no los enamoró?”. El llanto no la emparamó y superó el luto en segundos. Bajó del escenario con un grupo de muchachas que no calificó y empezó a comerse una torta. “Yo tenía la boca llena de dulce y me regañaron, porque debía volver a la tarima al rato. Ese día estuve relajada. El estilista me haló las orejas porque llegué tarde, pero yo no me estresé”.
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La descolocó ver al presidente Maduro en el televisor a las 7:00 pm, hora pautada para el inicio del show. “Todas odiamos ver la cadena presidencial, era nuestra noche. Lo vimos todas en una pantalla que estaba justo en la salida de las escaleras. Si el concurso se cancelaba iba a ser un día más de todo, un día más de dieta, de incertidumbre y de corredera”.
Por fortuna, y como si estuviera al tanto de que el show iba a empezar, el Ejecutivo nacional suspendió la cadena para darle pie al Miss Venezuela, una bomba de humo de cuatro horas para Maduro, aunque no pueda tapar el sol con un dedo. “A mí me duele mi país. Extraño a la Venezuela de antes. Me toca bañarme con tobito cuando se va el agua y hago la cola del pan. También me toca andar en Metro. Una llama la atención hasta por la altura, así que no me maquillo y me hago una colita, igual lo miran a uno y eso me da miedito, yo vengo de un pueblo”, cuenta la merideña de 22 años que se fue con su familia a La Guaira apenas terminó el concurso. “Salí directo a la playa con el vestido de gala con el que casi me caigo en el escenario. Por cierto, tengo que devolverlo”, y se ríe.

Fernanda Zabián, Miss Apure

“Me dio un ataque de risa”
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No hubo llanto, sino carcajadas. Los animadores no mencionaron a Fernanda Zabián, Miss Apure, cuando se formó el cuadro final. “Me dio un ataque de risa y todas las demás estaban conmovidas. Había gente que me preguntaba si no me dolía haber perdido. Pero mi meta no era la corona, sino lo que viene después de participar en un certamen como este”. No ha derramado una sola lágrima ni se ha arrepentido de nada. “Yo me fajé comiendo pollo y pepino, pero me asustaba que no me entrara el vestido de Douglas Tapia porque era súper ceñido. Cuando vi que sí me quedó, me comí tres chocolates y ya yo estaba clara que si perdía me iba a comer un ponquecito Pingüinito que tenía en el camerino. Y así fue”.
El sabor a chocolate fue su refugio esa noche en la que pasó de todo. “La falda del opening se me descoció y esos hilos se me enredaron del tacón. Yo estaba que me caía. Por fortuna producción consiguió una tijera y resolvimos. No fui al after party, no sentía que iba a estar a gusto. Quería estar con mi familia y nos fuimos a comer una paella”.
Por lo visto, esa noche comió todo lo que no pudo los tres meses previos. Fernanda celebró todo su esfuerzo, sin importar la inversión de tiempo y de dinero que tuvo que hacer. “A diario gastaba plata en tres o cuatro taxis para ir y venir a la Quinta Miss Venezuela. Teníamos una dieta especial a base de pechuga de pollo y otros productos que se consiguen caros. Cuando se tiene que comer cinco veces al día, como nosotras, la situación del país no ayuda mucho. No somos princesitas aisladas del mundo”.
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Viviana Valente, Miss Portuguesa

“En el Miss Venezuela se gasta” 
El vestido de gala de Viviana Valente le quedaba grande la noche final. La representante del estado Portuguesa cree que el ajetreo de esa noche le hizo perder unos kilos. “Recuerdo la corredera. Yo tenía un peinado que me cambiaron como cinco veces, todo salió distinto a como lo habíamos planificado. Mi noche final fue improvisada, eso me afectó”.
Trató de mantener el ánimo. “Estaba viviendo mi sueño, ese por el que solo dormía tres horas diarias por la cantidad de clases que veíamos. Aguanté tres meses en este agite, sin poder quitarme los tacones durante las 12 horas de ensayos. Ya nos sabíamos de memoria el escenario, no nos dio oportunidad demostrar la pasarela porque era solo bajar y subir escaleras”.
Sus finanzas también subían y bajaban mientras se preparaba para la gala final. “En el Miss Venezuela se gasta. La ropa del día a día y el maquillaje son en los que más se invierte. También en comida, mi mamá me cocinaba y yo paseaba por toda la ciudad con un bolso normal, mi cartera y la lonchera”.
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La Organización Miss Venezuela ya no corre con todos los gastos que antes les cubría a las candidatas. Intervenciones estéticas como la rinoplastia —la más popular— están por encima del millón de bolívares. La operación de senos ronda la misma cifra, solo que las prótesis deben importarse, pues en el país no se consiguen —cuestan entre 600 y 800 dólares. Esto sin incluir los gastos de maquillaje. Un profesional del área suele cobrar entre 30 y 50 mil bolívares por una sola sesión. “Muchas de nosotras llegamos a alianzas con ciertas personas y hacernos intercambios publicitarios”.
Valente vuelve a su realidad como ciudadana venezolana. “Ando a pie porque no consigo los repuestos del carro, debo buscar cosas que escasean. Es verdad que cuando estás en el concurso logras olvidarte del país, pero cuando sales a la calle vuelve el shock, y es fuerte. Voy a luchar por generar un cambio. Tengo una fundación de animales por la cual le he conseguido hogar a 25 gatos”.

Victoria González, Miss Sucre

“Si no hubiese sido por la lechina, hubiera llegado más lejos” miss-victoria-3
Cuando faltaban 20 días, a Victoria González le dieron un reposo de 15 días. Las ampollas rojas de la lechina —tan aterradoras como disformes— se habían apoderado de su cuerpo y de su autoestima. “Verme así me afectó mucho, uno trabaja con la imagen. No sé cómo me la pegaron. Tal vez es porque una se toma fotos con mucha gente a diario. Me quede postrada en la cama. Tomaba los medicamentos y unos remedios caseros que me mandó mi mamá desde Cumaná”.
Desde su cuarto veía el avance de sus competidoras, de quienes se tuvo que alejar por lo contagiosa que era su enfermedad. “Fue una erupción en todo mi cuerpo, no sabía si iba a estar bien para la competencia final. Aquí no hay piedad”. Una semana antes del concurso ya estaba lista para volver al ruedo. “Me dolió mucho no haber estado en la gira de medios, sin embargo gané algo de centimetraje en prensa, pues llamaba la atención mi ausencia esos días. En lo que me reincorporé subí como la espuma y rompí el esquema de quienes ya tenían a sus favoritas. Si no hubiese sido por la lechina, hubiera llegado más lejos”.
Su nombre figuró a la lista de las 10 finalistas, pero intuía que no avanzaría más si una de sus amigas clasificaba. “En ese momento le dije a Miss Vargas ‘o quedas tú o quedo yo’ y ella fue la que quedó en el top 5”. González no se mostró afectada esa noche. “De hecho fui la única de las que no figuró en el cuadro de las 5 que subió alafter party. Allí conocí muchísima gente y de una vez llegaron las propuestas”.
Su norte está en el modelaje y en lograr un país mejor. “Las misses somos agentes de cambio. Quisiera que la inseguridad no me frenara en mi idea de querer conocer cada rincón del país. Espero que las cosas cambien pronto, pero para eso es necesaria la ayuda de cada venezolano. Un país no sale adelante por un presidente o un partido político”.
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María Victoria D’Ambrosio, Miss Guárico

“No éramos las mejores amigas, pero nunca hubo discusiones”
“Somos un grupo muy unido”, repetían en la gira de medios las 24 candidatas del Miss Venezuela. No era caletre, era en serio. Este año no hubo tacones rotos ni vestidos recortados. “No éramos las mejores amigas, pero nunca hubo discusiones”, dice María Victoria D’Ambrosio, Miss Guárico, quien estuvo un poco más cerca de la gloria.
La joven de 20 años de edad quedó entre las 10 finalistas, pero su felicidad acabó cuando redujeron el grupo. “Aspiraba a quedar en el cuadro de cinco. Cuando no me mencionaron estábamos al final del escenario y yo pensaba ‘¿qué hice mal?’. La cámara seguía encendida y yo no podía sonreír. Mis familiares y amigos en el público me decían ‘ríete, eres una ganadora’. Me fui a mi casa y me senté a ver el Miss Venezuela grabado, creo que debí haber hecho la pasarela un poco más lenta”.
Escaleras, rampa, más escaleras. El Miss Venezuela parecía más el Juego de la Oca que un concurso de belleza. “Mi vestido era muy pesado, y me tropecé. Por fortuna ninguna de nosotras se cayó. El escenario era muy elaborado para todo lo que teníamos que hacer en él. La adrenalina te lleva a olvidarte de los obstáculos del momento”.
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http://elestimulo.com/climax/hablan-las-perdedoras-del-miss-venezuela-2016/

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