27 SEP 2016 - 2:00 PM
Cuando Guillermo Cano cubrió el Reinado Nacional de la Belleza
En la edición de la tarde del viernes, 11 de noviembre de 1949, circuló esta nota del Reinado Nacional de la belleza escrita por Guillermo Cano Isaza.
Por: Guillermo Cano Isaza
Esta fue la edición que se publicó.
Cartagena abdicará el reinado
Cundinamarca, Antioquia, Valle y Magdalena se disputan el título Nacional de Belleza, que se otorgará mañana.
Parece que Cartagena Abdicará al reinado de belleza de 1949. Y decimos que abdicará, porque aunque lleva a las competencias, que culminarán el próximo 12 de noviembre, cuando en el Teatro Bolívar de esta ciudad sea coronada la reina de este año, a una dignísima exponente de la belleza de la mujer colombiana, Cartagena declinará los honores de una nueva elección porque asistiendo su candidata Adelgiza Porto Vélez al torneo, el jurado no entrará a discutir su opción. Mientras tanto las simpatías del público y de personas allegadas al jurado calificador que elegirá el doce de noviembre en las horas de la noche a la más bella entre las bellas de las colombianas, se inclinan en aceptar que Lilian de Cundinamarca, Mercedes del Magdalena y Amparo de Antioquia tienen efectivamente muchas posibilidades de ceñir la corona nacional para el presente año. Mientras se comenta generalmente en las calles de la Ciudad Heroica, en sus restaurantes y en sus hoteles, las incidencias del Segundo Concurso Nacional de Belleza, una muchachita ha sabido ganarse indiscutiblemente el general aprecio de la opinión pública. Se trata de Gaby Uricoechea, hoy princesa, pero digna de ser una reina, quien con esa característica modestia, y con su simple sonrisa de niña adolescente dice: “Me tienen asustada. Los aplausos son tantos en todas partes, que me sonrojo”. Y efectivamente sobre sus mejillas, sube una oleada de ligerísimo color que hace más encantadoras sus mejillas. (Lea: El día que Mariano Ospina Pérez declaró el Estado de Sitio)
Cuando al iniciar estas líneas hablamos de que Cartagena tal vez en ninguno de los casos sea elegida como la ciudad cima de la reina de belleza de 1949, lo hacíamos después de haber escuchado casualmente en un sector generalmente bien informado tal afirmación, y porque desde hace ya varias semanas, tal vez meses, lo habíamos oído afirmar a una persona influyente dentro del comité organizador del Concurso Nacional de Belleza. Posteriormente explicaremos más ampliamente ambas informaciones confidenciales. (Lea: El Dominical, un lazo espiritual en 1948)
Por ahora hablemos de Lilian
La casualidad quiso que este cronista y Lilian de Cundinamarca emplearan el mismo sistema de servicio aéreo para viajar desde la fría altiplanicie, a esta cálida –deliciosamente cálida porque hoy como nuca la brisa ha aprendido a refrescar nuestro rostro– ciudad de Cartagena. (Lea: El día que Guillermo Cano asumió como Secretario de dirección y redacción)
Lilian, posee por sobre todo, una sonrisa. Esa sonrisa que abre dos hoyuelos, pozos profundísimos de gracia. Pero también, y especialmente para mí, tiene un aspecto que la hace más simpática. Es “santafereña”. Cuando ya dentro del Douglas de la Avianca, recostado contra los acogedores sillones de mi puesto, trataba de leer una revista falta de gracia, escuché que atrás una voz femenina hablaba de fútbol. Pero no hablaba de fútbol simplemente. Hablaba del Santa Fe que es mucho más que hablar de fútbol.
Fue entonces cuando volví la vista. En el asiento posterior siempre con su sonrisa que puede llevarla a ser reina, estaba Lilian de La Torre. Vestía traje elegantísimo, sastre de un calor habano, y sobre su cabello, inexplicablemente cortado demasiado corto, un delicioso sombrero verde. Mientras tanto alguien hablaba:
–Este es el vuelo 660. Viajamos rumbo a Cartagena a bordo del Douglas 176 de la Avianca. Haremos el vuelo directo Bogotá-Cartagena e dos horas 45 minutos aproximadamente. (Yo creí que se equivocaría. Pero no. El avión llegó desesperantemente exacto a las dos horas 45 minutos de vuelo).
Lilian de Cundinamarca, habló unos pocos instantes de fútbol. Fueron suficientes para saber que ella era “santafereña”, y que como lo dijera Ulises alguna vez, hacía honor al llevar en sus labios y en sus dientes, la divisa del equipo bogotano. Durante el vuelo, repetidas veces se habló del concurso de belleza. Lilian se mostraba satisfecha, algo tímida, algo emocionada. Por eso cuando el avión detuvo sus motores rugientes frente al aeropuerto de Avianca y se escuchó la orden de:
–Primero la señorita Cundinamarca.
Ella dijo ahondando aún más los hoyuelos:
–Acompáñame, refiriéndose a su compañera de viaje.
Y ésta le respondió:
–Sólo como “bulto” para que no salgas sola.
Adelgiza en el aeródromo
En el aeropuerto se habían reunido varias personas. Pero especialmente muchachas de Cartagena con ese su exótico color a oro, para recibir a Lilian. Estaba allí Adelgiza de Cartagena que trae recuerdo de olas rompiéndose contra la costa en miles cuchillos de acero. Y estaba también Amparo de Antioquia con su color de orquídea y su sonrisa de frescura tropical. Lilian de Cundinamarca, como ya lo había hecho antes, con dos hoyuelos, se ganó las simpatías.
Recordando una antigua conversación
Tal vez en agosto, pero seguramente muchas semanas antes de que el concurso de belleza culminara en la organización que se le ha dado, conversábamos un día con uno de los hoy actualmente miembros del comité organizador del certamen. En una mesa cercana estaba sentada Gaby Uricoechea, hoy princesa digna de ser una reina, acompañada de varios amigos suyos. Como preguntáramos si sería realizable la iniciativa de celebrar un nuevo concurso de belleza, nuestro interlocutor respondió:
–Seguramente. Se realizará el concurso y aunque Cartagena lleve a la más linda de todas sus mujeres (lindas las hay en abundancia asombrosa, como si crecieran tan fácilmente y tan espigadas como las palmeras), ella no será elegida.
–¿Cómo así?
–No deseamos que se afirme que Cartagena se gana los concursos por celebrarse allí el certamen como se ha dicho. Y además tenemos ya dos reinas: de la belleza y de la aviación, y podría pensar la gente que no piensa que esas elecciones son resultado de un inexplicable favoritismo. Y usted mejor que nadie lo sabe que ambas reinas han ganado en justa lid.
–Sí –le dijimos–.Eso es así. Se ha dicho que si Cartagena gana otro concurso de belleza –y sus mujeres tienen méritos para ganar muchos– estos certámenes se acabarían. Por eso les enviaremos a Gaby Uricoechea.
Y tanto él como nosotros, volvimos la vista hacia la mesa vecina. Allí estaba Gaby.
En la eliminatoria
Posteriormente Gaby Uricoechea fue lanzada candidata junto con Lilian de la Torre y Lucía Ospina. Todas tres eran dignas del título. Unos hoyuelos definitivamente originales, se llevaron los honores. Y Cundinamarca vino bien representada en Lilian, y en Gaby y en Lucía, que so todas reinas y princesas.
De nuevo lo de Cartagena
Pero nos alejamos del tema. Fue nuevamente en Cartagena cuando escuchamos repetidas las frases de hace algunos meses. Ya la brisa besaba con su indescriptible suavidad nuestras mejillas, cuando en el carro que nos traslada del aeródromo al hotel, escuchamos el siguiente diálogo, en el que no intervinimos por elemental cortesía:
–La más bella es la de Cartagena.
–Sí. Pero ella no será la reina.
–¿Por qué?
–Porque su rostro adquiere rigidez de estatua en las fotografías.
–Sí. Ya he oído decir que a ella se lo han hecho saber. Le han dicho que sonría. Que no esté siempre seria, como si por su cuerpo corrieran corrientes de electrizante mal humor.
–Y además. A Cartagena no le conviene elegir reina este año. Se acabarían los concursos para la ciudad.
–Me han dicho que es muy bonita la del Magdalena.
–Sí. Tiene originalidad de trópico. Y también hablan de Clarita la del Valle. Dicen que tiene suavidades de princesa.
–Así es. Mírala, allá ve. Si parece que destilara gracia y belleza.
En claro
De este diálogo, transcrito casi fielmente, se desprende lo que ya antes afirmamos. Bolívar abdica el trono. Va a lucha, pero para darle importancia y trascendencia. No aspira el título que ya Clarita del Valle, Amparo de Antioquia, Lilian de Cundinamarca y Mercedes del Magdalena, se disputan en reñida competencia, en la cual cada una (faltan aún por llegar varias), tiene chance de ceñir la dorada y codiciada corona de la belleza.
http://www.elespectador.com/noticias/nacional/cuando-guillermo-cano-cubrio-el-reinado-nacional-de-bel-articulo-656317
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